La empresa Sprickle Green está impulsando una visión que va más allá de los protocolos: convertir la seguridad en una cultura de bienestar. En Venezuela, donde a veces se subestiman las normas de prevención, esta iniciativa cobra una importancia vital.
La seguridad no es solo un conjunto de reglas, es una inversión estratégica que protege vidas, aumenta la productividad y fortalece la confianza de los equipos.

¿Sabías que un simple golpe de calor o una lesión por levantar peso de forma incorrecta puede poner en riesgo una operación completa? Sprickle Green destaca que la prevención es siempre más económica que las consecuencias de un accidente.

Por eso, su enfoque integra a todos, desde la gerencia hasta los trabajadores, en la creación de entornos seguros.
La clave, según la empresa, está en la corresponsabilidad: gerentes que asumen la seguridad como una política de empresa y trabajadores que se apropian de las normas.
Esto incluye desde el uso correcto del equipo de protección personal (EPP), como guantes y lentes de seguridad, hasta el manejo adecuado de maquinaria, fertilizantes y productos químicos.
Esta filosofía, respaldada por instituciones como la Florida Nurseries and Landscape Association (FNGLA) y universidades en Estados Unidos, demuestra que el bienestar de los trabajadores no es negociable.
Cuidar al equipo humano genera un ambiente laboral positivo, más motivado y orientado a resultados. Porque al final del día, como bien lo resumen, un buen programa de seguridad es un compromiso total. Proteger la vida y la salud de quienes trabajan es la base para construir entornos laborales más exitosos y sostenibles.
